Dia D
El día amaneció buenísimo, todo el cielo azul y sin viento. Las sensaciones eran buenas, no tenía ninguna molestia, los entrenamientos habían sido buenos, así que ya sólo quedaba correr y pelear hasta el final para conseguir el objetivo. Para ayudarme a ello vino conmigo Javier Nuñez, que aunque nunca habia corrido un maratón, tiene una buena marca en media y el ritmo que quería llevar era cómodo para él. El problema era saber como iba a responder en los últimos kilómetros, pero el estaba muy animado y confiado en poder terminar. Además, estaba allí María Abel, que también llevaba ayuda, así que podíamos intentar ir los cuatro juntos hasta donde se pudiera, y luego ya se sabe, sálvese quien pueda.
En Rotterdam no se corre hasta las 11 de la mañana, y para esa hora se había levantado un viento bastante molesto, así que desde el principio el ritmo era un poco más lento de lo previsto, pero tampoco era cuestión de gastar fuerzas de más intentando mantenerlo. En las zonas de viento a favor intentábamos recuperar algo, y en las zonas de viento en contra tocaba refugiarse y correr sin agarrotarse mucho.
Y llegamos al primer avituallamiento. Y con él, el primer susto. Mi botella no estaba. Anda que... Tuve que coger un vaso con agua (no es complicado ni nada beber una cantidad decente de agua de un vaso). Me pasaron un avituallamiento de alguien, por el color creo que era el de María (gracias), pero no me atreví a beber algo que no sabía como me iba a sentar. Lo peor era que ya no sabía lo que iba a pasar en los demás, que me faltara la primera botella pase, pero si me faltaban las demás... Pero gracias a Dios, todo fue bien, y a partir de ahí pude beber sin problemas.
Enseguida nos quedamos solos nosotros cuatro (un poco raro en un maratón tan multitudinario). Así que a las pobres liebres les tocó trabajar de lo lindo. Hasta la media fui bien, pero con dudas bastante constantes, entre el ritmo que no era el que quería en muchos kilómetros (aunque en otros recuperábamos algo), que si se me está cargando el isquio, que si me molesta el abductor, bueno, las tonterías típicas. Pero ya en la media ví que iba bien, que estaba entera y sin problemas. Pasamos en 1h15’11 (lo previsto era 1h15), que dadas las condiciones creo que era un ritmo perfecto. En este punto era la 7ª clasificada. Un poco después, María decidió quedarse, se veía un poquito justa y prefirió ser más conservadora. Así que nos quedamos sólos Javier y yo. Yo iba detrás suyo, sin preocuparme de nada mas que de correr relajada. Llegamos a la zona peor de viento, pero mantuvimos el ritmo relativamente bien, un poco por encima de 3.40, pero es que costaba mucho correr. Yo iba relativamente refugiada, pero veía al pobre Javier agachando y peleando para mantener lo más posible el ritmo. Encima en esa zona hay que pasar 2 puentes. De uno de ellos tenía un recuerdo horrible del año pasado (del otro ni me acordaba), granizaba y hacía mucho viento, y me costo la tira subirlo (vamos, me costó hasta bajarlo). Este año los pasé mucho mejor, controlando un poco en la subida pero sin problemas. En uno de ellos ya conseguimos coger a una polaca a la que teníamos cerca hacía mucho, pero no había forma de pasarla.
Una vez pasado el último puente, en teoría ha pasado lo peor. El circuíto gira y se acaba el viento en contra. Poco a poco, vamos pasando mujeres. Al llegar al kilómetro 35, veo que tengo medio minuto de margen para bajar de 2.32. Eso supone que tengo unos 4 segundos de margen por km. Voy relativamente bien, así que toca apretar los dientes y pelear, creo que se puede hacer. Peero… para nuestra desgracia, cuando el circuíto gira para volver a la meta, vuelve el viento. Y los ritmos se van. Mientras iba corriendo, con el agobio de hacer la marca me dio la sensación de que se iban mucho. Luego,mirando el crono en realidad anduvimos entre 3.38-3.40, menos uno que se fue más, y supongo que fue el que me hizo pensar que ya no salía. De todas formas, 2.32 poco si que iba a hacer, y seguía siendo una gran marca, así que había que pelear hasta el final. Un poco antes del km 40, vimos a lo lejos a Tegla Loroupe. No sabía como iba en la clasificación, pero seguro que bastante bien, y si le pasaba a ella quizás podría ser 3ª. Iba bastante clavada, así que le cogimos relativamente rápido. Cuando le pasamos, dijo algo al keniata que iba con ella. Sonó algo así como ‘no les sigas, que voy muy malita’, jeje.
Total, que llegamos al km 40 en 2.24 clavados. Así que el 2.32 no estaba tan lejos como pensaba…estaba muy cerca…a apretar los dientes más…intento correr todo lo que puedo, pero entre que las fuerzas van justas y el aire no hay manera. Además, ahí noto que a Javier le empieza a costar, y que si yo aprieto le adelanto. Total, que a pesar de todo el esfuerzo me voy a 3.47. Pero es igual, ya no queda nada, hay que dejárselo todo. Un poco después, hay una marca enorme en el suelo indicando el último mil. Y justo al lado, un crono que marca 2.28.30. Así que si me casco el último 1000 en 3.30, bajo de 2.32. Venga, venga, a muerte. Después de una eternidad, el circuíto gira para entrar en la última recta. Se acaba el viento en contra!! Y justo ahí, otra marca enorme que indica los últimos 500m. No puede ser que falte tanto, no voy a llegar. No voy a poder bajar de 32, no puedo más. 300-200-150… ya se ve crono uf, 2.31.3??? Corre!!!! 48-49-50-51… y no vi más. Total, 2.31.53, 3.23 el último mil, todavía no se como pude hacerlo. A todo esto, entro en la meta y no veo por ningún lado a Javier. Pero bueno, si estaba aquí mismo a falta de 500m!! Una muestra más de la dureza del maratón. A falta de 300m, tuvo que pararse porque el estómago le dijo que no podía mas, y perdio un minuto en esos 300m. El ritmo era cómodo para él, pero al final la distancia mata, eso del maratón no es tan fácil como parece.
En la llegada me ‘secuestraron’, y me dejaron en una carpa con las 2 primeras. De ahí al podium, y luego la rueda de prensa. Es increíble lo que son capaces de hablar los keniatas, vaya rollos que metían. Con todas estas historias, para cuando llegamos al hotel ya eran más de las 3. Por lo menos este año me dio tiempo a comer algo, meterme en la bañera y hacer la maleta con tranquilidad.
En resumen, que todo salió muy bien. No pasé ningún bache ‘gordo’, en los últimos kilómetros iba tocada pero pude pelar bastante bien.
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